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Ni el Orient Express ni el Transiberiano, el viaje en tren más esperado une Jaca con Canfranc

Ni el Orient Express ni el Transiberiano, el viaje en tren más esperado del verano une Jaca con Canfranc
El 12 de julio comienzan los trayectos del Expreso de Canfranc, que pasa por preciosos paisajes del Pirineo aragonés y ofrece 250 plazas.
Hay algo mágico en viajar en tren, bien lo saben todos los que alguna vez soñaron con ser uno de los alumnos que tomaban el Expreso de Hogwarts en el Andén 9 y ¾. No importa que sea más lento que el avión. Nos da igual que un coche ofrezca más privacidad. Los trenes nos llevan a lugares tan espectaculares como los campos de lavanda de Brihuega. Y desde el 12 de julio, el tren turístico más esperado del verano unirá Jaca y Canfranc en un trayecto que nos llevará por los paisajes más bonitos del Pirineo aragonés.
El Expreso de Canfranc: todo lo que tienes que saber
El Expreso de Canfranc puso rumbo a Jaca por primera vez hace un año, aunque al pasar, su estela dejaba un regusto añejo en el paladar. Había algo en el resoplar de su locomotora, en el traqueteo de sus ruedas y en la pintura verde oscura de los vagones que te trasladaba directamente a tiempos pretéritos. Pese a que su puesta en marcha está prevista para el próximo 12 de julio, este trayecto con visos de futuro tiene mucho de pasado.

Al fin y al cabo, la locomotora pertenece a aquellas de la Serie 316 de Renfe. Una de esas que llegaron a España, por cortesía de los Estados Unidos de América, allá por la década de los 50. De aquellas máquinas, que por aquel entonces llevaban a las espaldas trenes de mercancías y a las que los maquinistas llamaban cariñosamente “Marilyn”, tan solo queda esta en funcionamiento. Y, si bien montarse en ella podría parecer una experiencia al alcance de tan solo unos pocos, ahora hay más opciones que nunca para subir.
A partir del segundo sábado de julio, el convoy efectuará tres viajes al día en cada sentido, con 250 plazas en cada uno de ellos. El vehículo, que surca los rincones más espectaculares del Pirineo aragonés, para en las estaciones de Jaca, Castiello de Jaca, Villanúa y Canfranc. Paralelo al Camino de Santiago Francés, el itinerario dura tan solo media hora, pero se queda para siempre perenne en la memoria.
De Jaca a Canfranc, pasando por el Pirineo aragonés
Si recorriendo España te encuentras con un pueblo que parece Suiza, no te asustes. No te has desviado varios miles de kilómetros hacia el norte. Lo que ha pasado, seguramente, es que te has topado de bruces con los montes escarpados que aparecen cuando los Pirineos se cubren con ese aire aragonés tan propio del norte de España.
Aquí hay valles que se extienden, durante kilómetros y kilómetros de verde, cubiertos de pequeñas casas de piedra aquí y allá. También templos románicos como la iglesia de Santa María de Iguácel, en el municipio de Castillo de Jaca, que hablan, con su semblante pétreo, de tiempos pasados que siguen vivos entre sus muros.

Canfranc es mucho más que su espectacular estación de tren convertida en hotel. Aún mantiene el encanto de los lugares con mucha historia, pues el pueblo fue fundado en el siglo XI, aunque hay pruebas de que ya había moradores allí en el Neolítico, allá por el 3000 a.C. De aquella época aún se conserva el conjunto megalítico de la Rinconada de la Canal Roya: una de las muchas joyas que esconde este rincón repleto de iglesias antiquísimas, restos de torres defensivas y puentes medievales.
Por supuesto, tómate parte del día para visitar Jaca: un pueblo situado en el valle del río Aragón, a apenas 30 kilómetros de la frontera con Francia, que por su carácter fronterizo ha sido baluarte defensivo durante buena parte de su historia. Así lo atestigua su Ciudadela, el Fuerte del Rapitán, los restos de las murallas medievales y el cercano Castillo de Loarre.
Como no podía ser de otra manera, aquí también hay docenas de construcciones que datan de la época románica, monasterios y templos de todo tipo acá y allá, algún que otro edificio modernista que data de principios del siglo XX, y mucha naturaleza. Porque sí, aquí todo es verde y frondoso, hasta el punto que te parecerá que la naturaleza quiere colarse por las ventanas del Expreso de Canfranc. Y nos encanta.