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Este es el parador más mágico de Galicia: se encuentra dentro de un convento y está lleno de secretos
Muros medievales, bosques frondosos y leyendas monásticas. El Parador de Santo Estevo en Galicia esconde secretos que solo descubrirás si te atreves a hospedarte entre santos y piedras centenarias.
Galicia es una tierra mágica que esconde tesoros únicos. Ya hemos hablado del mejor balneario natural al aire libre, de las playas más top de la región y de la ruta que te lleva a una impresionante cascada. Y ahora tenemos que hablar del Parador de Santo Estevo. Este antiguo monasterio benedictino, encajado en los bosques de la Ribeira Sacra, ofrece más magia que el mismísimo Hogwarts.
Aquí, los encantamientos vienen en forma de claustros medievales, vistas de infarto y una carta de vinos capaces de convertir en creyente hasta al más ateo. Situado entre Ourense y Lugo, este Parador, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1923, es uno de esos secretos que desearías mantener solo para ti.
Eso sí, para llegar, prepárate para una pequeña aventura por carreteras que serpentean entre árboles tan altos que apenas dejan pasar la luz. El paisaje de la Ribeira Sacra se despliega en terrazas infinitas de viñedos que trepan por laderas imposibles, creando un espectáculo visual. Cuando por fin aparece ante ti, con su silueta robusta emergiendo entre robles y castaños, sientes que has entrado en un cuadro del Greco: sublime y misterioso.
El Parador de Santo Estevo: entre claustros y leyendas
Santo Estevo presume de tres claustros, todos distintos en edad y estilo, como tres hermanos que compiten por ver quién impresiona más. El más antiguo, el Claustro de los Obispos, es puro románico con sus arcos bajos y austeros. El más joven, el Claustro del Viveiro, tiene elegantes formas renacentistas. En medio, el Claustro de la Portería combina un poco de todo: columnas, capiteles adornados y una luz que lo atraviesa y le da un aspecto teatral.
Pero lo que realmente añade encanto son sus historias. Aquí se alojaron nueve obispos que, según cuentan, trajeron reliquias milagrosas. Y aunque hoy los milagros son más terrenales (sobre todo gastronómicos), aún flota en el ambiente esa sensación de misterio que da hospedarse entre paredes que han visto pasar siglos y santos.

De santos y spa
Afortunadamente, la austeridad medieval no llega hasta las habitaciones. En el interior, la decoración elegante y sobria respeta la herencia histórica sin renunciar al confort moderno. Las camas son amplias, las sábanas de algodón egipcio y las vistas al bosque son todo lo que está bien. Si esperas celdas monacales y sacrificios ascéticos, te vas a llevar una sorpresa agradable.
Porque aquí, incluso los santos disfrutan del buen vivir. El spa del parador es la versión moderna del agua bendita: piscinas dinámicas, chorros terapéuticos y tratamientos que te dejan tan relajado que podrías jurar haber alcanzado algún tipo de éxtasis místico. Una hora en este templo del bienestar basta para limpiar tu alma de cualquier estrés mundano.

La Ribeira Sacra en clave gourmet
Galicia es tierra de buena mesa, y en Santo Estevo comerás como un monje: sin prisas y con devoción absoluta. El restaurante del parador presenta un menú inspirado en productos locales como la castaña, el pulpo y, por supuesto, los vinos de la zona. Estos últimos son los auténticos protagonistas, nacidos en viñas casi verticales y recolectados a mano, porque aquí cultivar uvas es un acto de valentía que se paga con cada sorbo.
Además, si eres más de experiencias inmersivas, el parador organiza visitas a bodegas escondidas en las laderas del Miño y el Sil, rutas por monasterios cercanos como Santa Cristina o San Pedro de Rocas, e incluso paseos en catamarán para descubrir desde el agua esta comarca que parece recién sacada de una novela fantástica.
Al final de tu estancia, no solo te llevarás buenas fotografías y momentos; habrás vivido una Galicia diferente, casi secreta, donde la historia, el lujo discreto y la naturaleza conspiran para ofrecerte algo que pocos lugares pueden: auténtica magia.
